21 de noviembre de 2010

Gustav Klimt

Gustav Klimt (14 de julio, 1862 – 6 de febrero, 1918) fue un pintor simbolista austríaco, y uno de los más conspicuos representantes del movimiento modernista de la secesión vienesa. Klimt pintó lienzos y murales con un estilo personal muy ornamentado, que también manifestó a través de objetos de artesanía, como los que se encuentran reunidos en la Galería de la Secesión vienesa. Intelectualmente afín a cierto ideario romántico, Klimt encontró en el desnudo femenino una de sus más recurrentes fuentes de inspiración.1 Sus obras están dotadas de una intensa energía sensual, reflejada con especial claridad en sus numerosos apuntes y esbozos a lápiz,2 en cierto modo herederos de la tradición de dibujos eróticos de Rodin e Ingres. Klimt se convirtió en un personaje muy notable en la alta sociedad vienesa, y estuvo relacionado de un modo u otro con los más notables círculos intelectuales del momento, en una época en la que Viena estaba dejando de ser la capital mundial del arte.
Juventud y formación
Klimt nació en Baumgarten, cerca de Viena, el segundo de siete hijos (tres chicos y cuatro chicas).3 Ya desde la infancia, los tres hijos varones mostraron inclinaciones artísticas, que podían haber heredado tanto de su padre,4 Ernst Klimt (1832-1892) que era grabador de oro como de su madre, Anna Klimt (Finster, de soltera), cuya ambición frustrada era dedicarse al canto. Klimt vivió en una relativa pobreza la mayor parte de su infancia, en tanto que como familia de inmigrantes, el trabajo escaseaba tanto como las oportunidades de promoción social. Fue por tanto sólo gracias a su talento que en 1876, con catorce años, recibió una beca para estudiar en la Kunstgewerbeschule, la Escuela de Artes y Oficios de Viena, donde se formaría hasta 1883 como pintor y decorador de interiores.4 Sus maestros fueron Michael Rieser, Ludwing Minnigerode y Karl Hrachowina. Klimt admiraba y reverenciaba al entonces pintor de moda, Hans Makart, y se sometió gustoso a los dictados de una educación artística clasicista.  Comenzaba entonces lo que algunos críticos han interpretado como la etapa de madurez artística del pintor: liberado de encargos públicos, Klimt había comenzado en 1890 a viajar con la familia Flöge al lago Attersee, donde realizó numerosos paisajes. Estas obras se convirtieron en una excepción en el corpus de Klimt, dedicado desde siempre a la figura con enérgica devoción:
"No existe ningún autorretrato mío. No me interesa mi propia personalidad como objeto de un cuadro, sino más bien me interesan otras personas, en especial mujeres, otras apariencias…estoy convencido de que como persona no soy especialmente interesante".
Gustav Klimt

El beso.


La etapa dorada


La "etapa dorada" de Klimt vino determinada por un progresivo acercamiento de la crítica y un gran éxito comercial. Muchas de sus pinturas de este período incorporan pan de oro a la pintura, aunque éste era un medio que Klimt ya había utilizado esporádicamente desde 1898 (Pallas Athene) y su primera versión de Judith, de 1901. Tras regresar de su viaje italiano, Klimt participó en la decoración del suntuoso palacio Stoclet, hogar de un opulento magnate belga. Este edificio se convertiría en la síntesis del Art Nouveau centroeuropeo. La aportación de Klimt -representada por El Cumplimiento y La Expectación- significaron el clímax de su energía creativa, y tal como él mismo afirmó, "posiblemente el último paso de mi desarrollo de la ornamentación".11 Las obras más notables realizadas en esta etapa fueron sin embargo el Retrato de Adele Bloch-Bauer I (1907) y El beso (1907-1908). Paralelamente, Klimt realizó retratos de diversas damas de la alta sociedad vienesa, normalmente envueltas en pieles. Es posible que muchos de los modelos que Flöge luce en algunas fotografías tomadas por el autor fuesen diseñados por el mismo artista. Tal como se aprecia en muchas fotografías, Klimt solía vestir túnica y sandalias cuando estaba en su casa. Llevaba una vida bastante sencilla, completamente absorbido por su trabajo y su familia, y exceptuando algunos encuentros con otros artistas de la Sezession, Klimt solía evitar los encuentros de sociedad y los círculos intelectuales "de café". Pese a su imagen de libertino, Klimt también llevaba su activa vida sexual discretamente, y aunque se rodeaba de modelos femeninas de muy diversa categoría social, nunca se vio personalmente envuelto en ningún escándalo público. Atraídos por su gran fama, algunos clientes que acudían a su casa solían descubrir que Klimt podía permitirse ser muy selectivo antes de aceptar un encargo.

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